jueves, 27 de febrero de 2014

cliente, calidad y proyecto de empresa

Bueno, bonito y barato
es el mejor reclamo que ha habido siempre y que habrá, ¿quién puede resistirse a este eslogan?
cuando un cliente busca algo, tiene claro lo que quiere, buena calidad al mejor precio, y si es posible que sea más bonito que el del vecino,... los gustos no cambian, pero si los productos y los vendedores y la manera de vender...
Lo que tampoco cambia, aunque se pierda la perspectiva, son los clientes, ellos son los que finalmente nos aportan los beneficios, y a los que no hay que perder de vista, aunque muchas empresas la han perdido en favor de sus propias imágenes, sus números... pero realmente se preguntan qué quieren los clientes, cuáles son sus necesidades, sus gustos....sin darse cuenta que el vendedor no vende realmente, es el cliente el que compra, el que necesita que le respondan si a lo que pregunta, el demanda y nosotros ofrecemos, si no necesitan o no quieren no compran.
Si se pierde este contacto directo con las necesidades corremos el riesgo de quedarnos obsoletos o por el contrario presentar productos que nada tienen que ver con las necesidades, o vender cosas que no cumplen las espectativas... un ejemplo que me viene a la cabeza es una pasteleria, que en principio era una empresa familiar, y en la que el obrador era gestionado por los dueños que al mismo tiempo eran dependientes, y de esta manera sabían qué productos gustaban, cuáles no, qué añadir, cual mejorar, qué imaginar... y todo esto con una retroalimentación diaria y directa que fue haciendo crecer la empresa... hasta el punto que el jefe ya no necesitaba estar en el obrador o al pie del mostrador  y así se perdió el contacto, puesto que el dependiente ya sólo se limita a despachar lo que le ponían, y el producto dejó de ser atractivo por la diferencia que lo hacía especial, por el cuidado con el que se hacía, con el mimo con que se escogían los ingredientes y así la empresa fue empobreciéndose y fragmentándose en pedazos, en la  que cada directivo o jefe de departamento era sabio gestor de su oficio, pero olvidándose del porque del comienzo...
Volviendo al tema, el error es no exigir una calidad constante implicando a toda la organización, sin perder nunca el norte, que es la satisfacción del cliente, no apostando por estudios y análisis estadísticos, tendencias,( sin prisas, sin improvisaciones, tomando como referencia la información real y directa, y promoviendo los proyectos implicando a todos, departamentos, personas, clientes en la valoración y en la ejecución, y también en la celebración..
Así llegamos al proyecto de empresa, que es un ejercicio de transformación y mejora, de readaptación a los cambios, a las crisis, a los gustos, a las necesidades.
Un ejercicio que siempre tiene que estar activo, planificado y evaluado constantemente, y que fije unos objetivos hacia los que la empresa quiere dirigirse, pero no sólo cuando los números indiquen problemas, hay que adelantarse a ello para no llegar a esta situación, hay que realizar un proyecto realista, y centrado en la realidad, con coherencia y con constancia, sin perder la flexibilidad para introducir las mejoras necesarias porque un proyecto no es estático ni en tiempo ni en forma.
Por todo esto la comunicación es fundamental, entre todos los participantes, dentro de la organización y también con el exterior de la misma, para ser conscientes de la realidad, de lo que pide o necesita el cliente, de lo que puede ofrecer...


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